All summer in a day

 
[…] Los niños se amontonaban, se apretujaban como muchas rosas, como muchas flores silvestres, y miraban hacia fuera buscando el sol oculto. Llovía. Llovía desde hacia siete años; miles de días sobre miles de días que la lluvia había tejido de extremo a extremo, con tambores y cataratas de agua, con el estrépito de tempestades que inundaban las islas como las de una marea. La lluvia había triturado Mil bosques que habían crecido mil veces para ser triturados de nuevo. Y así era para siempre la vida en el planetaVenus, y aquella era la escuela de los hijos de los hombres y mujeres del cohete que habían venido a un mundo de lluvias, a traer la civilización y a vivir sus vidas.[…] Margot no miraba con aquellos niños que no podían acordarse de un tiempo en que no todo era lluvia y lluvia y lluvia. Tenían todos nueve años, y si había habido un dia, siete años atrás, en que había salido el sol una hora, mostrando su cara a un mundo sorprendido, no podían recordarlo.[…] […]Margot no se acercaba a ellos. Era una niña frágil y parecía que hubiese andado muchos años perdida en la lluvia, y que la lluvia le hubiese desteñido el color azul de los ojos, el rojo de los labios y el oro del pelo. […] William le dio un empujón. La niña no se movió; es decir, dejo que el empujón la moviera, y nada más. Siempre la apartaban así. Margot no jugaba con ellos en los túneles sonoros de la ciudad subterránea, y nunca corría con ellos y se quedaba atrás, parpadeando […] Y además, por supuesto, había otro crimen, mas grave. Margot había llegado de la Tierra hacia solo cinco años y aun se acordaba del sol. Recordaba que cuando tenía cuatro años el sol parecía en el cielo de Ohio todas las mañanas. Ellos, en cambio, habían vivido siempre en Venus, y solo tenían dos años cuando el sol había salido por ultima vez, y se habían olvidado de su color, su tibieza, y de cómo era en realidad. […]Pero Margot recordaba, y lejos de todos, en silencio, miraba las figuras de la lluvia en los vidrios. Una vez, un mes atrás, no había querido bañarse en la ducha de la escuela, e había cubierto la cabeza con las manos, y había gritado que no quería que el agua la tocase. Luego, oscuramente, oscuramente, había comprendido: era distinta, y los otros notaban la diferencia, y se apartaban. Se decía que los padres de Margot se la levarían de nuevo a la Tierra el año próximo, pues era para ella cuestión de vida o muerte, aun cuando la familia perdería por ese motivo varios miles de dólares. Por eso la odiaban los niños, por todas esas razones, de mucha o poca consecuencia. Odiaban aquel pálido rostro de nieve, su silencio ansioso, su delgadez, y su futuro posible. […]Todos lo miraron pestañando, y de pronto comprendieron y se echaron a reír, y ellos saben. Hoy el sol…. Fue una broma, nada mas – dijo William tomándola bruscamente por el brazo.- Eh, vamos, será mejor que la encerremos en un armario antes que vuelva la maestra. No – dijo Margot, retrocediendo. Todos se le fueron encima, y entre protestas y luego suplicas y luego llantos, la arrastraron a un túnel, a un cuarto, a un armario, cerraron la puerta, y le echaron llave. […]-    ¿Listo, niños? – La maestra miro su reojo.-    ¡Si¡ […]La lluvia menguaba cada vez más.[…]El mundo se había detenido. […] Salía el sol.Tenía el color del bronce fundido, y era muy grande. Alrededor el cielo era un deslumbrante azulejo azul. El hechizo se quebró al fin, y los niños se precipitaron gritando hacia el verano. La selva ardía bajo el sol.-    Bueno, no vayan muy lejos – les grito la maestra - .Tienen solo dos horas. Que la lluvia no los sorprenda afuera. […] Y de pronto… En plena carrera, una niña gimió. […]- Oh, miren, miren – dijo. Todos se acercaron lentamente y miraron la mano abierta. En el centro de la palma, como una ventosa, una gota de lluvia. […] Unas gotas frías le cayeron en las narices, las bocas, las mejillas. El sol se apago tras una ráfaga de niebla. Alrededor de los niños soplo un viento frió. Todos se volvieron y echaron a caminar hacia la casa subterránea, con los brazos caídos, las sonrisas muertas. […]-    ¿Otros siete años?-    Si, siete años. […]
Bradbury, Ray (Fragmento).